martes, marzo 24, 2009

ÓPERA NACIONAL DE PARIS.





El Palais Garnier se inauguró en 1875 y para su construcción se organizó un certamen que ganó Charles Garnier, por aquel entonces un arquitecto de 35 años totalmente desconocido.
Cuando entro a lugares así, me parece viajar en el tiempo, vuela mi imaginación y vuelo yo, volar sin vértigo, casi mejor que volar, diria flotar.
La gran escalera está construida con mármoles de diferentes colores y presidida en su inicio por dos enormes candeleros de bronce sostenidos por dos figuras femeninas. Los vestíbulos son amplios, y el conocido como el gran salón parece sacado de un castillo de la edad clásica, juega con enormes ventanales, espejos y lámparas gigantes que le dan, junto al suelo de madera, cierto aire romántico al ambiente, lo justo para sentirse princesa. Tenía ganas de ponerme a bailar. Y después está la sala de espectáculos roja y dorada, con una enorme araña de cristal colgando del techo que pesa 8 toneladas, no se yo si me sentaría justo debajo, y que gracias a los tonos alegres utilizados por Marc Chagall destaca enormemente. En total 1900 asientos de terciopelo rojo en una sala preciosa donde sin lugar a dudas disfrutar de un ópera tiene que ser una auténtica delicia.

2 comentarios:

Mayte dijo...

Hace un año y unos días estaba allí.
Era el cumple de mi príncipe azul y ¿qué mejor que regalarle un viaje a la ciudad del amor? (o de la luz, te acuerdas de cómo le hicimos rabiar?)
Nos pareció precioso, de hecho todo París es impresionante.
Ciudad que volverá a vernos pasear por sus calles, pues aunque los cinco días nos cundieron, nos dejamos muuuuucho por ver.

Me alegro que lo pasarais bien.
Besirrinín.

Lorena dijo...

Si que me acuerdo, que me reí mucho con su cara de intriga...y me acuerdo que os llame a las cinco de la mañana a ver que hacía el señor, si, fue muy divertido. Besotes.